Honrar lo más preciado.
No para conmemorar un apellido.
Ni porque lo dice el calendario.
Honrar a quien más nos cuida, celebrarlo, por lo que realmente significa.
Por su aprendizaje.
Las raíces que fijan nuestros pies al suelo.
El acompañante que camina a nuestro lado.
Siempre.
A todos los que habéis hecho de padre.
Biológico, adoptivo o espiritual.
Por enseñarnos que el amor no se expresa solo con palabras.
Que lo importante no es efímero.
Que respetar los orígenes es respetar lo que somos.
Que las cosas que duran se consiguen paso a paso.
Gracias.
Aguas Frescas de Adolfo Domínguez
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